miércoles, 24 de agosto de 2016

Escapada Pirenaica (retomando viejas costumbres)


El pasado viernes 12 de Agosto, después de largas y duras negociaciones con la que realmente manda en mi casa y supongo que como en muchas (o casi todas en las que hay niños de por medio), conseguí escaparme un día a Pirineos. Y cuando digo un día, quiero decir horas......

La última vez que visité los Pirineos fue en el 2012, cuando estuve por la zona de Bagneres de Luchon y Ax-Lex-Thermes, aunque mi última escapada fue en el 2013, cuando pude ir a los Alpes 7 días, un viaje que tengo muchos recuerdos y muchas cuentas pendientes debido al calamitoso estado de salud en el que fui, ya que una inoportuna gastroenteritis a 1 día de salir para allá, me dejo KO toda la semana. Aunque lo disfrute, pero no como yo hubiera querido. Y sinceramente, es algo que ahora mismo veo muy pero que muy difícil de repetir. Aunque la esperanza es lo último que debe perderse, como se suele decir: Nunca dejes de creer. Mi lema para prácticamente todo.

Ya sin irme por las ramas mucho más, el viernes 12 de agosto, toco pegarse un madrugón, aunque ya con el cuerpo acostumbrado dado que llevo casi 3 meses levantándome sábados y domingos a las 5 para salir a entrenar por el carril a las 5:30 de la mañana, así que levantarse a esa hora para coger el coche y recorrerse los 360 kms que había hasta Saint-Lary-Solaun estaba chupado.

La clave eso sí, es dejarlo todo preparado la noche anterior: la bici revisada en el coche, toda la ropa en la mochila, avituallamiento, documentación, desayuno, etc……nada debe quedar a la improvisación, ya que como siempre iba con la agenda apretada.

La idea era salir de Villafranca del Campo (Teruel), donde está mi campo base en esta época del año, a las 6 de la mañana para a las 9:30 estar en mi destino. El camino a seguir era coger la autovía hasta Zaragoza, prolongando hasta Huesca y ahí girar a la derecha dirección Lleida para llegar a Barbastro. Hasta este punto, en un 95% es autovía con lo que la velocidad media de crucero era óptima. A partir de Barbastro, quedaban 90 kms hasta el Túnel de Bielsa pasando por localidades como Ainsa o Biescas (esta acaba de cumplir 20 años de un trágico suceso que conmociono a toda España), carretera en buen estado, pero con mucha curva. A las 8 de la mañana se va bien porque no hay apenas tráfico.

Una vez pasado el Túnel, toca el descenso hasta Saint-Lary-Solaun, donde los primeros 10 son tremendos, ya que el puerto hasta el Túnel de Bielsa por la parte francesa en un puertazo (lo he subido) y, además, los franceses conducen realmente mal, todos aplatanados por el medio como si el mundo no fuera con ellos.

Como decía, puntualmente a las 9:35 aparque en Guchen, justo a la desembocadura de la bajada del Hourquette d’Ancizan, el último puerto del día.

La idea era ir hasta la localidad de Beyredes (un poco más allá de Arreau), para subir el col de Beyrede, que no conocía y por lo que había leído, es el primo del Col  d’Aspin que ya conozco por sus dos vertientes. Bajar por el otro lado para acabar en la intersección del Aspin, Hourquette y Beyrede, para seguir hasta Saint-Marie de Campan, donde subiría el verdadero coloso del día: el Col du Tourmalet.

Una vez coronado, media vuelta de nuevo hasta Saint-Marie de Campan y empezar a subir el Aspin en sus primeros 5 kms, para tomar luego el desvío para subir el Hourquette d’Ancizan que también era desconocido para mí, y luego bajar a Guchen para dar por finalizada la etapa. Sobre el papel (y según Google Maps) 92 kms, luego la realidad (Garmin mediante) se impondrá con datos.

Empecé a pedalear a las 9:45, todo cuesta abajo todo hay que decirlo, con manguitos y chaleco ya que hacia fresquete (no llegaba a los 10 grados de temperatura), pero era ropa fácilmente quitable y guardable en los bolsillos del maillot (siempre me acuerdo de La Cobertoria de hace 5 años).

Destacar sobre todo la cantidad de ciclistas que había, si digo que en 30 minutos vi a cerca de 50-60 me quedo corto. A dos de ellos los cogi bajando hacia Arreau, les pasé y eso que iba a mi ritmo, tranquilo ya que estaba calentando, pero el caso es que se picaron y se pusieron a bloque a hacer relevos, así que ni entré en guerra con ellos. Rápidamente encontré el desvío al Col de Beyrede y que les vaya bonito.

La verdad es que, excepto el Tourmalet, que ya lo he subido en 4 ocasiones anteriores a esta, tanto este Beyrede como el Hourquette no tenía ni idea de su longitud ni su dureza, así que sería una sorpresa para mí, eso hizo que este primer puerto me lo tomara con mucha calma ya que era territorio comanche.

El puerto es un señor puerto, y en nada tiene que envidiar a su primo hermano el Col d’Aspin. Tiene un arranque durísimo con cerca de 1’5 kms que no baja del 10% e incluso con tramos del 14%. Después hay cerca de otro km en llano con una pequeña bajada para afrontar los últimos 8 kms, ya que en total el puerto tiene 11 kms.

Es una preciosidad de puerto, realmente me recordaba mucho a Spandalles (el primo hermano del Col du Solour), con una carretera estrecha (apenas el ancho de un coche), bosque cerrado (muchísima subida en sombra) y asfalto en buen estado (aunque no perfecto). Y sobre todo muy pero que muy tranquilo, ya que en toda la subida solo vi dos coches.


Decir, que estos 7 kms finales, son bastante llevaderos, prácticamente todo el rato en torno al 6-7%, excepto un tramo como a la mitad de cerca de 1,5 kms que del 12% no baja ni un solo momento. Una recta que se hace larga y a pleno sol, entre praderas y algunas casas de muy buen ver, lo que denota el nivel económico de la zona.

Ya al final suaviza un poco. Arriba corone con buenas sensaciones y en tiempo. Además, justo arriba me pasó uno de los dos coches que vi en toda la subida y pasó algo que jamás había visto. Daba la casualidad que arriba había un rebaño de vacas a lo largo de la carretera e incluso algunas paradas en medio, cosa que ya he visto muchas veces, pero que sin decir nada ni hacer movimientos bruscos puedes pasar por su lado que no pasa absolutamente nada.

El caso que el “listillo” del conductor que me acababa de pasar, frena justo al lado de las vacas y en vez de esperar a que se muevan poco a poco hasta a apartarse no se le ocurrió otra cosa que hacer acelerones y pitarlas, a una de ellas se le cruzaron los cables y le metió un cabezazo con los cuernos que le arranco prácticamente todo el parachoques delantero.

Y ahí estaba yo detrás y tenía que pasar por ahí, me pare y la vaca en cuestión se apartó, pase rápidamente y fue pasar, y esa vaca la tomo a golpes con otra vaca. El del coche, estaba jurando en arameo, pero él se lo había buscado.

Este coche aún daría más que hablar, ya que mientras yo me hacia la foto de rigor arriba, me paso para bajar por la otra vertiente.

Arriba, lo que hay es una explanada grande con un montón de coches de senderistas, ya que como casi todos los puertos de los pirineos, había multitud de caminos indicados para hacer rutas y a eso los franceses son muy aficionados.


Comencé el descenso del Col de Beyrede, un descenso de apenas 5 kms por una carretera igual que por el otro lado, es decir, asfalto botoso, estrecho y curveado, pero el caso es que una bici baja más rápido que un coche en este terreno, con lo que el coche que había mencionado antes, en apenas 1 kms lo había alcanzado y le podía haber pasado, si me hubiera dejado pasar, pero claro, no estaba por la labor. Viendo el percal, tomé cierta distancia de seguridad que no es plan de jugársela, que precaución, ante todo, y bien que hice, ya que en el descenso hay dos tramos sin asfaltar, en roca viva. Cerca de unos 500 metros cada tramo, que los baje a 3 por hora, esquivando las rocas y tratando de sobrevivir a este tramo.

El coche en cuestión, en cuanto vio este tramo de rocas, piso el freno en seco y ahí se quedó clavado, le pasé por la izquierda y ya no le volví a ver más.

Una vez terminado el descenso, volvía a coger a la carretera de descenso del Col d’Aspin que lleva hasta Saint-Marie-de-Campan para empezar el Tourmalet.

Hay que reconocer que esta vertiente (la de la estación de Ski de La Mongie) es más fácil que la vertiente de Luz-Saint-Sauveur. Tiene 17 kms, pero los 4 primeros son realmente fáciles ya que son al 2-3% de desnivel, para luego los últimos 11 no bajar del 8-9% en ningún momento.

Aunque lo peor de este puerto, no es el asfalto (que hasta La Mongie está perfecto), ni el desnivel, ni el calor………lo peor es el tráfico. Ya que la cantidad de coches que hay es tremendo, también es verdad, que empecé a subir el puerto casi a las 11:30, hacia un día estupendo y una temperatura magnifica.

El puerto, ya lo conocía de haberlo subido en bici una vez anterior, pero en coche al menos 2 o 3 veces más, así que desde abajo me puse un ritmo y para arriba, me encontraba fenomenal, iba a muy buen ritmo, con el maillot totalmente abierto y bebiendo regularmente.

Pasé a unos cuantos ciclistas en la ascensión y sorprendentemente, no me pasó ninguno, y es de sobra conocido, que yo Pantani no soy, más bien me acerco más a la figura de Greipel (y eso que llevo ahora la misma bici).

Coroné el puerto cerca de las 12:45 aprox, los últimos 4 kms (después de pasar la Mongie), mantienen su asfalto original botoso y típica carretera de puerto, además de muchas curvas que lo hacen muy atractivo, donde seguía con mi ritmo y de ahí hasta el final.

Arriba lo esperado, este puerto es casi un monumento nacional y es La Meca en los Pirineos para todos los ciclistas, así que arriba hay un trajín de gente considerable de toca clase, condición y pelaje. 

Lo que más me sorprendió fue ver a esa manada de llamas en la cima del puerto, yo pensaba que este animal solo estaba en Los Andes. No dejaba de ser una imagen muy curiosa.



Una vez hecha la foto de rigor y disfrutar del momento unos minutos, me abrigue bien con los manguitos y el chaleco, para tirarme para abajo, y lo reconozco: disfrute la bajada como un enano y fui deprisa, no por el hecho de ir mal de tiempo, sino todo lo contrario, iba en la programación prevista, pero me apetecía bajar disfrutando el descenso, donde no había ciclista ni coche que viera que se me resistiera a pasarle como un cometa. Es más, hasta me permití el lujo en un tramo bastante recto, hacer un “Chris Froome” (pero sin pedalear, que para eso hay que tener unos huevos del tamaño de balón de playa), alcanzando los 80 Kms/h. Un lujazo la verdad.


Una vez debajo de nuevo en Saint-Marie-de-Campan hice una parada técnica a rellenar los bidones justo en la fuente del cruce, antes de comenzar los 5 kms de comienzo del Aspin que me llevarían hasta el desvío del Hourquette d’Ancizan.


Estos 5 kms realmente muy llevaderos, con prácticamente un porcentaje del 3-4% y alguna rampa suelta de algo más, pero con el maillot abierto, habiendo comido/bebido bien, buenas sensaciones y disfrutando del entorno, se hizo una transición realmente sencilla.

Pasados estos 5 kms, el desvío hacia el Hourquete d’Ancizan estaba a la derecha, aunque se puede seguir otro km más hacia arriba y coger el desvío que hay al Lac de Payolle, ya que ambas carreteras confluyen en el mismo punto, que es donde realmente empieza el puerto y donde se empiezan a ver el típico cartel con el kilometraje que te queda y la pendiente media del kilómetro que empiezas.

Mientras tanto, desde el desvío hasta esta intersección hay casi 2 kms de explanada entre praderas, que más parece un camping que otra cosa, con multitud de familias con caravanas y tiendas de campaña, disfrutando del sol, los ríos, la comida y alguna que otra siesta.

El puerto del Hourquete d’Ancizan si tengo que definirlo de alguna manera, es que es idílico para pasar el día con la familia. Ya que hay mil sitios para tranquilamente aparcar el coche a la sombra de un árbol, buscar una pradera, echar el mantel y hacer la tarde allí. Lo recomiendo.

En cuanto al puerto en si, por esta vertiente no es gran cosa, tiene un arranque suave y luego da paso a unos 4-5 kms al 6-7% que con calma y a ritmo se pasa sin problemas. Luego a 4 kms del final, tienes un kilómetro de descenso (tal cual) para afrontar los últimos 3 kms, donde los 2 últimos son en plena pradera y donde ves todo el trazado hasta el final.



Un peligro, ya que como veas a varios ciclistas por delante, ya la has liado, te emocionas, piensas que solo te quedan 3 kms de etapa y a por ellos, y eso fue lo que me ocurrió, incluso hubo un tramo de unos 300 metros que me atreví hasta poner el plato aprovechando un pequeño tobogán que había en la carretera, y tanto que lo eche todo que acabe sprintando el ultimo kilometro y todos los ciclistas que había, simplemente les rebase todo trapo.


Una vez arriba, toco la foto de rigor y bajar por la otra vertiente, ya que justo abajo era donde tenía aparcado el coche. Y tengo que decir, que la otra vertiente del puerto es tremenda, una preciosidad tanto por el trazado, el entorno y la dureza de la subida.

Baste como anécdota, que al kilómetro de empezar a descender tuve que parar a quitarme las gafas de sol, ya que de tanta sobra que había apenas podía distinguir el trazado de la carretera, una vez hecho eso, pude continuar con mi descenso con total normalidad.

Después de un descenso precioso y algo técnico, llegue al coche a la hora prevista, incluso con algo de adelanto, que me permitió tomarme el retorno a casa con más calma. Ya en el coche, me estaba esperando un fabuloso bocadillo de tortilla de casi media barra de pan, que gentilmente mi suegra me había preparado la noche anterior. Digamos que duro menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Después de devorar el bocata, me dio tiempo a darme un paseo de casi una hora por la localidad de Saint-Lary Solaun, que me vino de cine para relajar las piernas, descansar y quitarme la tensión del recorrido de encima.

Al rato, inicie el retorno a casa y con la suficiente calma como para llegar a la hora establecida a casa y dar por terminada una aventura de 14 intensas horas. Eso sí, al llegar tocaba hasta la hora de la cena cumplir con la familia, así que las casi dos horas de montar en bici con los peques, jugar al futbol, al frontón o simplemente escalar a la montaña de al lado del pueblo había que hacerlo con una sonrisa de oreja a oreja y demostrando que soy el incansable. Aunque a eso de las 12 que fue a la hora que pude meterme a dormir después de dejar a toda la tropa durmiendo…….caí en 3 segundos y con una sonrisa de oreja a oreja, y por supuesto, pensando en el 2017.



Hasta la próxima.

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